La huella de carbono en las empresas es más importante que nunca. Con el compromiso europeo firmado por España de alcanzar la economía neutra en carbono antes de 2050, las empresas deben aplicar políticas que permitan, en primer término, conocer su huella de carbono y, en segundo, reducirla para alcanzar el Net Zero.
Para ello, se han llevado a cabo diferentes iniciativas para que las empresas se involucren en la reducción de esta. Al ser las principales emisoras de carbono, también deben tener un papel principal en su reducción.
Desde el año 2014 se puso en marcha el Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción, donde las empresas pueden registrar su huella. Además, el año pasado se creó la Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética, donde se establece el paso de la reducción de voluntaria a obligatoria en el plazo de un año.
Aunque esta obligatoriedad en un primer momento no es para todas las empresas, se trata de un proceso que va a seguir ampliándose hasta cubrir todo el ecosistema empresarial. Por ello, cada vez más compañías están adelantándose y registrando su huella para mejorar sus datos y poder acceder a ayudas y subvenciones.
Reducir la huella de carbono no es solo cuestión de política de responsabilidad social corporativa, es un imperativo gubernamental. Si no ya por el tamaño o sector de nuestra empresa, sí en el futuro más próximo.
¿Qué es la huella de carbono en la empresa?

La huella de carbono en las empresas es el impacto provocado en el medio ambiente a través de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). El principal de estos gases es el dióxido de carbono (CO2), de ahí su denominación.
Más allá del CO₂, el Protocolo de Kioto también identifica como GEI al metano (CH4), óxido de nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perflourocarbonos (PFCs) y al hexafluoruro de azufre (SF6).
Cuando hablamos de la huella de carbono en la empresa, nos referimos a las actividades de la compañía que generan todos estos gases. Los GEI están detrás del calentamiento global, siendo culpables de la emergencia climática que estamos viviendo.
La huella de carbono es, por tanto, la medición de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas tanto de forma directa como indirecta por una actividad o proceso, a lo largo de la vida de un producto o servicio.
Conocer esta huella permite descubrir cuál es el impacto real de la empresa en el medio ambiente. Permite controlar los puntos críticos en el proceso productivo y realizar las mejoras pertinentes. Al entender cuáles son las emisiones, se puede trabajar por reducirlas y cumplir con los objetivos europeos.
Estas emisiones directas e indirectas se dividen en tres tipos diferentes. Tenemos, en primer lugar, las emisiones de alcance 1, y de manera secundaria, las emisiones de alcance 2 y 3.
Emisiones de alcance 1
Las emisiones de alcance 1 son las principales para cualquier empresa. Son las emisiones de gases invernadero directas, ya sea porque la fuente de las emisiones es propiedad de la empresa o porque está controlado directamente por ella.
Por ejemplo, serían las emisiones de gases de una fábrica o de un vehículo de empresa. No importa si es propiedad o está alquilado, depende de manera directa y unívoca de la organización.
Es aquí donde se pueden hacer más esfuerzos en la reducción de la huella de carbono en las empresas.
Emisiones de alcance 2
En segundo lugar, tenemos las emisiones de alcance 2. En este caso, nos referimos a las emisiones generadas por el consumo energético de la compañía.
La electricidad que la compañía gaste en su funcionamiento también genera gases de efecto invernadero. En ese sentido, se puede trabajar tanto en reducir el gasto energético como en conseguir energía de fuentes renovables que no contaminen tanto.
Emisiones de alcance 3
Por último, tenemos las emisiones de alcance 3, que son las más difíciles de controlar. Aquí hablamos de emisiones indirectas consecuencia de las actividades de la compañía.
A diferencia de las emisiones de alcance 1 y 2, las fuentes de emisiones no son propiedad de la empresa ni tiene ningún tipo de control directo sobre ellas.
Un ejemplo claro sería el desplazamiento de los empleados hasta el centro de trabajo o el gasto en la elaboración de materiales o extracción de materias primas utilizadas en la empresa. Por ejemplo, los gases de la fabricación de papel utilizado en una oficina o en la extracción de los metales para los ordenadores forman parte de este grupo.
Aunque hay menos posibilidades de acción, también se puede mejorar. Por ejemplo, poniendo un autobús de empresa y así evitar el uso del transporte privado o contratando proveedores con compromiso de sostenibilidad.
¿Cómo calcular la huella de carbono?

Para calcular la huella de carbono en las empresas hay una fórmula muy sencilla que seguir. Se trata simplemente de multiplicar el dato de actividad o consumo por el factor de emisión.
Es decir:
Huella de carbono = Dato de actividad o consumo x Factor de emisión
En la fórmula, dato de actividad o consumo es el nivel de actividad generadora de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Se dividen en los 3 tipos de alcance que hemos visto anteriormente: 1, 2 y 3.
Factor de emisión, por su parte, indica la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por cada dato de actividad.
Es decir, tendremos que ver qué actividades hay dentro de cada alcance y luego multiplicarlo por la cantidad de gases que generan.
Para calcular estos datos hay varias metodologías que se pueden seguir. Estas metodologías están recogidas en normas y protocolos como la UNE-ISO 14064 o el GHG Protocol.
El cálculo de la huella de carbono se realiza de forma anual. Una vez establecidos los límites operativos y de la organización, se recopilan los datos de consumo y se realiza el cálculo con la fórmula anterior.
El siguiente paso es crear un plan de reducción de la huella de carbono. Un plan que debe ser medible, con propuestas concretas y un calendario de seguimiento que hay que cumplir.
El Registro de la huella de carbono

Tanto para certificaciones como B Corp, solicitar subvenciones o, simplemente, para reflejarlo en nuestra memoria de sostenibilidad, hay que llevar un registro de la huella de carbono.
Este registro no es algo que se haga de forma interna, sino que hay una herramienta nacional. El Real Decreto 163/2014 del 14 de marzo de 2014 creó el Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono.
De momento, se trata de una herramienta voluntaria, que recoge los esfuerzos de empresas en la reducción y compensación de las emisiones de gases de efecto invernadero que genera su actividad.
Todas las empresas que se inscriben en este registro consiguen un certificado de inscripción y el derecho a usar un sello, perfecto para la estrategia de responsabilidad social corporativa. En el sello aparece el nivel de participación en el registro y el año en el que ha sido concedido, pudiendo renovarse cada año.
Además, el sello muestra si se está calculando la huella, si se está compensando o si se ha conseguido reducirla.
No se trata de un registro únicamente de la huella, sino que tiene que venir acompañado de un plan de reducción de la huella. Además, el registro ofrece la oportunidad de compensar la misma mediante la participación en proyectos de reforestación en todo el territorio nacional.
Para que en el sello aparezca que, efectivamente, se ha producido la reducción, es necesario contar con un histórico de cuatro años. Es decir, para afirmar que en 2022 se ha reducido la huella de carbono, tendremos que haber registrado la huella los tres años anteriores, calculándose la media del total.
Reducir y compensar la huella de carbono en las empresas

Reducir y compensar la huella de carbono en las empresas son dos procesos que suelen venir acompañados. En primer lugar, se trata de reducir la huella y luego se compensa lo que no se ha podido reducir.
Para entender este proceso mejor, debemos tener claro que, en un primer momento, se trata de analizar cuáles son nuestras emisiones, tanto de alcance 1, 2 y 3. Sumadas las tres, tendremos la cifra de nuestra huella de carbono.
En este momento, entra en juego el plan de reducción de la huella. Aquí se puede hacer todo tipo de medidas que van desde hacer una transición ecológica a cloud, a consumir energía 100% renovable, implementar programas de reciclaje y reducción del consumo, etc.
Por ejemplo, se pueden reducir los viajes de empresa, cambiar el avión por el tren o implementar días de teletrabajo para disminuir los desplazamientos.
Una vez que se hayan reducido las emisiones todo lo posible, entran las acciones de compensación. En este caso, se trata de contrarrestar las emisiones que no podemos evitar. Para ello, lo más habitual es realizar proyectos de restauración ecológica y forestal.
Estos nuevos bosques deben ser capaces de absorber el CO₂ que no hemos sido capaces de reducir. Así, llegaríamos a un estado de neutralidad de emisiones. Es decir, un estado de cero impacto negativo en la naturaleza evitando contribuir al cambio climático.
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