Definir una estrategia de responsabilidad corporativa tiene grandes ventajas, aun en los casos en los que no estés obligado por la ley
. Actualmente, solo las empresas de más de 250 empleados declaradas entidades de interés público o que cumplan uno de los dos siguientes requisitos: el total de las partidas del activo sea de más de 20 millones de euros o su importe neto de la cifra anual de negocio supere los 40 millones de euros, están obligadas a tener un plan de RSC.
Esto no quiere decir que el resto de compañías no puedan tenerlo sino, simplemente, que no están obligadas. Aun así, suele ser bastante beneficioso poner en marcha un plan RSC.
Tener una estrategia RSC permite disfrutar de una mayor motivación de los empleados. Estos se identifican de forma más intensa con la cultura empresarial, mejora el ambiente laboral y en consonancia, también la productividad. No solo permite una gestión del talento más amable, sino que reduce la rotación de empleados.
Igualmente, atrae talento más fácilmente, un talento que conecta con la propia idiosincrasia de la compañía. Al mejorar la imagen de la empresa, también atrae y fideliza a un mayor número de clientes, que se sienten identificados con estos valores proyectados.
Tampoco hay que olvidar todo el apartado legal o de compliance. La estrategia de responsabilidad corporativa favorece el cumplimiento de diferentes leyes como las relacionadas con la igualdad, el medio ambiente o la prevención de riesgos laborales.
Pero para disfrutar de estos beneficios, hay que seguir una serie de pasos y establecer una estrategia. Una vez que la estrategia esté en marcha, podremos beneficiarnos de ello y, sobre todo, también beneficiar a la sociedad.
Pasos para crear tu plan de RSC

La estrategia de responsabilidad social corporativa se traduce en un documento llamado plan de responsabilidad social corporativa. También lo podemos ver reflejado por las siglas RSC.
Este documento debe partir del corazón de la empresa, ya que reflejará la verdadera esencia de la misma. Lo que la compañía es y la manera en que quiere mejorar el mundo.
Esto no quiere decir que el documento en sí se tenga que elaborar internamente. A nivel técnico, lo habitual es contar con un consultor independiente especializado que se encargue de trasladar a lo concreto, siempre en consonancia con la dirección.
Este consultor desarrollará un plan en seis pasos, que terminará con una memoria anual en el que se expliquen todas las medidas realizadas y los resultados alcanzados. Es importante que la memoria RSC sea suficientemente concreta, ya que se trata de una de las mayores críticas que reciben muchas empresas por su gestión de la responsabilidad social corporativa.
Muchas empresas hablan de aspectos genéricos y no ahondan en las acciones concretas, no generando la transparencia que un plan de responsabilidad social corporativa requiere.
Vamos a ver, paso a paso, cómo crear el plan estratégico de RSC para una empresa.
Analizar la situación actual

El primer paso en cualquier plan estratégico siempre pasa por el análisis. Hay que tener en cuenta cuál es el punto de partida.
En muchas ocasiones, ya se están haciendo actividades que pueden meterse dentro de este paraguas sin que seamos conscientes de ello. Por ejemplo, es muy habitual en lo referente a eficiencia energética. Puede que estemos mejorando la eficiencia energética por una cuestión simplemente de ahorro de costes, pero sin contemplar el apartado de sostenibilidad.
Igualmente, es el momento de detectar posibles problemáticas. Puede que haya problemas de retención del talento, una cultura empresarial tóxica o un importante techo de cristal, por ejemplo. Así, podemos saber qué elementos son los más importantes para el siguiente paso.
Hay que tener en cuenta que el análisis no solo es del funcionamiento interno de la compañía, sino también de la cadena de suministro. Por ejemplo, si hay incumplimientos de los derechos humanos en alguno de nuestros proveedores, sería algo a corregir y tener en cuenta en la elaboración del plan.
Esto es más habitual de lo que nos gustaría, especialmente cuando se trabaja con grandes cadenas de suministro internacionales.
Una vez terminado el análisis tenemos que responder tres preguntas:
1. ¿Qué estamos haciendo bien?
2. ¿Qué problemas tenemos?
3. ¿Qué aspectos nos gustaría trabajar?
Elaborar un código de conducta

El segundo paso tiene que ver con la creación de un código de conducta. Se trata de un documento maestro en el que se establecen cuáles serán las políticas de responsabilidad social corporativa. Es decir, cuáles son los puntos que identifican a la compañía.
Cada código de conducta es diferente e identifica plenamente a la compañía y sus miembros. Hace referencia a la filosofía de la empresa, incluyendo sus valores sociales, laborales y medioambientales, así como prácticas contra la corrupción y el soborno.
Si quieres saber quién es una empresa, lee su código de conducta.
Estos códigos éticos darán pie posteriormente a los objetivos generales. También permiten ofrecer una información clara sobre quiénes somos a otras empresas que vayan a colaborar o trabajar con nosotros.
Que los códigos de conducta de ambas empresas sean compatibles permitirán evitar problemas posteriores en la RSC.
En los códigos de conducta podemos encontrar desde prohibiciones de diferentes actividades ilegales a expectativas sobre confidenciales, medidas en caso de emergencia o incluso normas sobre vestimenta y apariencia.
Hay que tener en cuenta que un código de conducta no puede contradecir la legislación vigente. Es decir, debe estar siempre dentro del marco de la legalidad para que sea válido.
Establecer objetivos generales y específicos

Del código de conducta deben derivar los objetivos generales. Por ejemplo, si tenemos un compromiso con la mejora del medio ambiente, deberíamos reflejarlo en objetivos del tipo: reducir las emisiones, ser más eficientes energéticamente o reducir los residuos generados.
Luego, estos objetivos generales deben seguir la guía de los objetivos SMART, es decir, específicos, medibles, alcanzables, realistas y acotados en el tiempo.
Es decir, no vale con decir «reducir las emisiones», sino que tendríamos que decir «reducir las emisiones en un 20% en 2022 con la incorporación de esta nueva tecnología o iniciativa», por ejemplo.
Si, por ejemplo, lo que queremos es mejorar la cultura empresarial, podemos tener como objetivo reducir en un 25% la rotación empresarial. Al ser objetivos concretos, se pueden analizar posteriormente y ver si se han cumplido o no los objetivos generales.
Si los objetivos específicos se cumplen, entonces los objetivos generales también. De lo contrario, estaremos ante frases grandilocuentes que no se reflejan realmente en el entorno y no permiten la mejora del entorno, el objetivo final de cualquier estrategia de responsabilidad social corporativa.
Definir los KPIs

Al ser objetivos medibles, hay que definir ya en la estrategia de responsabilidad social corporativa que KPIs vamos a utilizar para verificar que se cumplen.
Elegir los KPIs correctos nos permitirá hacer el seguimiento en tiempo real de los diferentes objetivos que la organización se haya marcado. Hay aspectos técnicos, por ejemplo, en lo relacionado con las emisiones, en el que se pueden medir de diferente forma, por lo que es importante tener un criterio claro de antemano.
Este criterio debe mantenerse en el tiempo. No tiene sentido cambiar de KPIs para que así el resultado sea más favorable. Queremos ver la situación de manera objetiva y por ello los KPIs que se van a utilizar tienen que estar claros desde antes de la implementación.
Sin sorpresas, permitirá saber si los objetivos se cumplen o, por el contrario, no hemos logrado alcanzarlos al final del ejercicio.
Implementar la estrategia de responsabilidad social corporativa

Una vez que objetivos y KPIs están establecidos es el momento de poner la maquinaria en marcha. En el plan estratégico de RSC es importante que también se incluya todo el proceso de implementación.
Sobre todo porque, probablemente, muchos aspectos requieran tiempo de implementación, formación, etc… Por ello, el mismo plan tiene que tener en cuenta los tiempos.
En muchos casos, se puede comenzar con algunos objetivos y, por ejemplo, a mitad de ejercicio seguir con otra parte del plan. Sea como sea, debe estar claro desde el primer momento.
Por supuesto, los planes también se pueden revisar y modificar si hay necesidad, pero lo importante es que nos encontremos ante un documento que pueda funcionar perfectamente, que no requiera de anexos ni actualizaciones.
Si, por ejemplo, se da una pandemia como la de COVID-19, y se cambian aspectos para ser una empresa más segura y responsable, se pueden hacer cambios y adaptarse al momento, pero la estrategia debe funcionar en caso de que no haya graves problemáticas imposibles de prever.
Redactar una memoria anual de RSC

Por último, hay que redactar una memoria anual de responsabilidad social corporativa. En ella, se explicará todo lo que se ha hecho a lo largo del año. Esto está legislado por la Ley de información no financiera y diversidad, por lo que solo hay que seguir lo que marca la legislación.
Es una herramienta de comunicación interna y externa. Explicará a la plantilla todo lo que se ha hecho y también a la sociedad. Se verán los objetivos conseguidos, las políticas implementadas y todo lo realizado por hacer del mundo un lugar mejor.
Recuerda que no estamos ante una estrategia de marketing, sino ante un compromiso de tu organización con la sociedad. Por ello, es importante tomarse en serio la RSC.
En Connecting Visions contamos con diferentes profesionales para elaborar la estrategia de responsabilidad social corporativa de tu empresa. Cuéntanos tu reto y te ofreceremos diferentes propuestas adaptadas a tu presupuesto.