Seguro que has oído hablar de gig economy. Aunque es un concepto reciente, nació en 2007 en Silicon Valley, se trata de un tipo de actividad que ha ido siendo cada vez más importante.
Gig, significa bolo, y proviene de la jerga musical. Un gig es, en su origen, una actuación en un club o un concierto.
Cuando la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos hizo saltar la economía mundial por los aires, varias startups buscaron la manera de transformar la crisis en una oportunidad.
Se buscaba dinamizar el mercado de trabajo permitiendo, por un lado, que las empresas pudieran ahorrar en personal para proyectos específicos y de duración determinada y, por otro, ayudar a todas esas personas que se habían quedado sin trabajo y que necesitaban nuevas fuentes de ingresos.
La pionera fue TaskRabbit, una plataforma que ponía en contacto a profesionales de todo tipo de sectores con potenciales clientes que requerían de sus servicios. En la actualidad, este tipo de plataformas para freelances se ha multiplicado, habiendo grandes empresas tanto de carácter generalista como plataformas especializadas en un determinado ámbito.
Uber o Airbnb también nacieron en esta época, en este caso enfocándose no tanto en los profesionales y sus conocimientos técnicos como en cualquier persona con unos mínimos requisitos (una habitación libre o un carné de conducir), generando así la llamada economía colaborativa.
La economía colaborativa no es exactamente lo mismo que la gig economy, ya que la primera se basa en convertir los servicios en bienes de intercambio. La gig economy no transforma el concepto del trabajo sino que lo convierte en algo más flexible, fácil y deslocalizado. Además, es una de las claves de la Cuarta Revolución Industrial.
¿Qué es la gig economy?

La gig economy comprende todos aquellos pequeños trabajos que se realizan sin relación contractual con la empresa para la que se trabaja. Trabajos de una duración determinada y sin exclusividad con las mismas.
Lo más parecido a la gig economy serían los contratos por obra y servicio. Sin embargo, a diferencia de estos, los gig economy workers son freelance que facturan como autónomos por los servicios prestados.
Estos trabajadores por cuenta propia tienen completa flexibilidad para elegir los proyectos en los que más les apetece trabajar. Además, la gig economy suele ir acompañada con posibilidad de trabajar desde casa.
Esto conlleva una deslocalización del puesto de trabajo muy interesante tanto para empresas como profesionales. Así, pueden contar con cualquier profesional que se encuentre en cualquier lugar del mundo a la vez que estos pueden disfrutar de una mayor conciliación familiar.
Gracias a la flexibilidad horaria, se trata de un método ideal para compatibilizar el desarrollo de la carrera con la paternidad o maternidad. Además, al poder elegir proyectos que requieran unas horas determinadas, es el trabajador el que decide cuánto quiere trabajar.
Por último, este modelo de trabajo también permite una mayor especialización. Por ejemplo, una persona se puede especializar en procesos como la digitalización de empresas o la implantación de un CRM y cada vez que termine de realizar este proceso en una empresa, podrá pasar a la siguiente.
En definitiva, la gig economy conlleva trabajos esporádicos y de duración reducida, en muchas ocasiones ultraespecializado, en el que un profesional independiente realiza una labor específica dentro de un proyecto para una empresa a la que no pertenece.
Los gig economy workers

La gig economy está protagonizado por los gig economy workers. Se conoce por ese nombre a los profesionales independientes que se han especializado en el trabajo por proyectos.
En este sentido, hay que hacer una diferenciación importante. La razón es que no todas las personas que trabajan en la gig economy son gig economy workers.
La crisis económica y la actual crisis por la COVID-19 ha hecho que muchas personas hayan entrado en este tipo de economía por una cuestión de necesidad. En estos casos, no se trata de una decisión consciente para conseguir una mayor independencia y flexibilidad, sino, simplemente la búsqueda de un nuevo empleo.
Sin embargo, los gig economy workers se caracterizan por abrazar este nuevo modelo económico. Suelen ser personas altamente cualificadas como consultores de tecnología o de experiencia de cliente, que prefieren trabajar de esta manera por ser un entorno que permite un mayor aprendizaje y nuevos retos de forma continua.
Expertos en gestionar la relación con el cliente o emprender procesos de digitalización que ven como con este modelo de trabajo pueden disfrutar mucho más de sus carreras profesionales.
No es lo mismo un profesional que ha llevado a cabo un proceso de digitalización exitoso en su compañía, a otro que lo ha hecho en una decena. Por ello, este tipo de profesionales están siempre buscando nuevos proyectos en los que aportar, consiguiendo grandes resultados para las empresas que cuentan con ellos.
Ventajas de la gig economy

Las ventajas de la gig economy son muy diversas. Quizá la más importante es que supone una manera mucho más económica para las empresas de encontrar el mejor talento.
Gracias se puede realizar una mejor gestión del talento interno, a la vez que se puede buscar en todo el mundo aquellas personas más adecuadas para un proyecto concreto. Esta deslocalización coloca a las empresas en un mercado global en el que es más fácil encontrar elementos diferenciadores.
Esta deslocalización también tiene implicaciones en la gestión del territorio. En países como España que sufren problemas de despoblación en las zonas del interior, pueden convertirse en verdaderos revulsivos económicos permitiendo el retorno del talento de profesionales altamente cualificados que en otros momentos tenían que vivir obligatoriamente en las grandes ciudades.
Una consecuencia de esto es la mayor conciliación del trabajador. Es el propio experto el que decide cuánto y cómo quiere trabajar. Además, al ser un trabajador independiente, su contratación es más económica para la empresa, al no tener que hacerse cargo de los seguros sociales.
La gig economy facilita la innovación, permitiendo destinar recursos a Customer Experience u otras nuevas tendencias sin tener que crear un nuevo departamento o contratar más personal.
Los profesionales, por su parte, disfrutan de una mayor flexibilidad laboral e ingresos extra, pudiendo compaginar diferentes proyectos a la vez. Esto les da un mayor control sobre sus carreras profesionales trabajando únicamente en aquello que les permita seguir creciendo y convirtiéndose en mayores expertos.
Desventajas de la gig economy

Por supuesto, no todo es de color de rosa. La gig economy también cuenta con críticos y detractores.
Una de las críticas más habituales es que, salvo para los perfiles más demandados, puede conllevar precariedad. La necesidad de tener ingresos suficientes puede hacer que el trabajador no pueda tener vacaciones o, en el caso de personal no cualificado, no llegue al salario mínimo interprofesional.
Igualmente, trabajar en la gig economy genera una menor estabilidad. En este nuevo modelo económico el estar para siempre en una misma empresa ha terminado. Las empresas en si mismas dejan de verse como empleadoras para pasar a ser clientes.
De hecho, la dinámica entre profesionales y empresas pasa a ser más B2B que B2C. Esto no tiene por qué ser un inconveniente, pero sí que supone un cambio de paradigma.
Por último, que los trabajadores no tengan un seguro de actividad ha supuesto un problema en otros países. Para solucionarlo, empresas como Lyft, el gran rival de Uber, han contratado seguros con fases con diferentes coberturas según el momento en el que se encuentren.
Este último problema es más habitual en la economía colaborativa que en la gig. En la gig economy, al tratarse de profesionales que cotizan como autónomos, cuentan con los seguros asociados a sus cotizaciones.
Ejemplos de gig economy

El primer ejemplo de gig economy que podemos mencionar es TaskRabbit, ya que fue la compañía que comenzó esta nueva revolución del trabajo.
TaskRabbit es una plataforma que pone en contacto a profesionales con clientes. En este caso los clientes no tienen por qué ser empresas, sino que también pueden ser particulares.
Cada cliente escribe lo que necesita y el precio que está dispuesto a pagar y la plataforma le indica qué trabajadores entran dentro de estas características facilitándole el contacto.
Es decir, el cliente no contrata directamente, sino que tiene que hablar con el profesional y este decidirá si quiere o no hacer el trabajo, hablando de plazos, etc…
Este matiz es importante porque la gig economy no es una ETT, el trabajador siempre tiene la última palabra y negocia las condiciones.
En este caso suelen ser trabajos relacionados con profesionales manuales como electricistas, fontaneros, pintores, etc…
Sin embargo, la nueva tendencia va en dirección de grandes profesionales y consultores.
El mejor ejemplo que podemos poner de plataformas más especializadas somos nosotros mismos, Connecting Visions.
En Connecting Visions contamos con más de 330 freelances altamente cualificados, más de 40 empresas de servicios y más de 35 empresas tecnológicas. Además, nos hemos especializado en ofrecer soluciones en aspectos como:
- Marketing Digital
- Experiencia de cliente y empleado
- Innovación, aceleradora de nuevos negocios y tecnologías disruptivas
- Business Intelligence, CRM y fidelización de clientes
Cuando una empresa tiene un reto en alguno de estos aspectos, conecta con nosotros, que analizamos los problemas que plantea. Para tener una visión exacta de la situación:
- Evaluamos la situación actual
- Compartimos las mejores prácticas y acciones para adaptarse
- Definimos una hoja de ruta con proyectos prioritarios y nuevas áreas de actuación
- Exploramos alternativas más económicas
- Resolvemos los retos con los mejores profesionales posibles
A cada empresa le ofrecemos diferentes opciones para que elija la que más se adapte a ellos. Puedes ver algunos ejemplos en nuestros casos de éxito.